Un día con la candidata del PP al Gobierno de Aragón

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Luisa Fernández Rudi, La Rudi, asume de nuevo ser la candidata del PP en las elecciones autonómicas. La rubia de bote más veterana de la política aragonesa asegura que elegirá al «pito pito» con quien pactará.

Esta sevillana de nacimiento, que pasó largas temporada en el Sáhara y que hace más de 30 años que está empadronada en una silla u otra de la política, se enfrenta, posiblemente, a las elecciones más disputadas y revolucionarias de la historia. ¿Pasará de ser la presidenta de Aragón a la presidenta de su comunidad? Errado de Aragón ha pasado junto a ella un día de campaña para comprobar como se encuentra de cara a los resultados del domingo.

 Gato viejo en la política

Así es como se define la presidenta cuando le preguntamos por su larga trayectoria en política. “Mi vida se puede contar de campaña electoral en campaña electoral. De hecho, en las últimas, aproveché para celebrar mis bodas de plata con mi marido… y cuando me presenté para la alcaldía de Zaragoza, matamos dos pájaros de un tiro y casamos a mi hijo”, asegura mientras se retoca el maquillaje bajo su nariz. A sus 64 tacos debería estar a las puertas de la jubilación, aunque sus políticas siguen dando guerra, como demuestran la multitud de pancartas que nos persiguen nada más pisar la calle. “Rudi privatiza hasta lo que es privado”, “Una, grande y ladrona” o “Rudi: rubia de bote, aragonesa de rebote” son algunos de los gritos y lemas que acompañan día sí, día también a la presidenta.

Una mujer tradicional… de las que ya no quedan

Son las 12 de la mañana y, después de la misa con la que cumplen cada mañana Rudi y su marido, nos dirigimos hacia el Parque Grande, donde se celebra un mitin especial dirigido a las familias. Allí esperan a la presidenta numerosos ciudadanos con jerseys de algodón sobre sus hombros y ejemplares del ABC bajo sus brazos. Un nuevo retoque al maquillaje bajo la nariz, ya van unos cuantos, y empieza el discurso: “Estoy muy contenta de estar junto a las familias, especialmente aquellas que sufren más la crisis”, comienza la presidenta. “Me considero una persona muy sensible con los más débiles, porque lo he vivido en mis propias carnes. Yo una vez me quedé sin tinte en un viaje hacia Punta Cana y sufrí lo mío”, asegura poco antes de que la interrumpa una pareja de homosexuales. “¿Por qué no tiene en cuenta en esta fiesta a las familias de gays?», increpan interrumpiendo el acto. Pero nada puede abatir a la incombustible presidenta: “Perdónenme ustedes, pero no tengo ni idea de que tipo de familia me hablan. Eso de gays que es… ¿algún pueblo de Teruel?»

El bigote de Aznar, símbolo de éxito en el PP

Tras varios encuentros con otras asociaciones y sectores afectados por la crisis Rudi termina su jornada. «Si los de Podemos de verdad son como dicen debe ser agotador. Siempre estando en contacto con la gente, escuchando sus problemas… Yo lo hago una vez cada cuatro años y acabo hasta el moño», confiesa mientras se pone cómoda. Cuando le preguntamos por la clave de su éxito y sobre el porqué cree que las encuestas le vuelven a dar como favorita sonríe con complicidad. Nos pide un momento para enseñarnos algo. Nosotros, claro está, esperamos obedientes. «Ésta es la clave del éxito», afirma desde la puerta del salón luciendo un denso y poblado bigote. Verla sin ninguna gota de maquillaje impacta, pero descubrir su secreto nos deja mudos. «Es duro tener que retocarse el maquillaje constantemente, pero me ha dado suerte hasta ahora. Mi amigo Jose María, cuando se lo quitó, me dijo que cuidara de su bigote y… ¿dónde iba a protegerlo mejor que llevándolo puesto? Así que me lo implanté». Sin duda una técnica curiosa aunque, de confirmarse los pronósticos, más de uno empezará a plantearse el pasar su pelo de la coleta al bigote.

1 Comentario

  1. Poner en boca de la sevillana «Perdónenme ustedes, pero no tengo ni idea de que tipo de familia me hablan. Eso de gays que es… ¿algún pueblo de Teruel?” es el colmo de la ironía. Sí. Precisamente la führer de Oregón y su José se hallan en esa precisa ignorancia.

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