Greta Thunberg, tras su paso por Zaragoza, denuncia el mal olor de La Montañanesa

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Greta Thunberg, tras su paso por Zaragoza, denuncia el mal olor de La Montañanesa

La joven activista, después de su visita relámpago a Zaragoza, destinará parte de su tiempo a acabar con la peste que produce La Montañanesa.

La travesía que Greta Thunberg está realizando para llegar a la huelga por el clima que se celebra en Turín hoy ha obligado a Greta y a sus acompañantes a toparse con decenas de situaciones inesperadas, como por ejemplo; comerse un torrezno en la estación ‘El Cisne’. Una vez ahí, varías de las personas que se encontraban descansando pidieron a la chica que hiciera algo con el fuerte olor que desprende la papelera. «Lo haré por todos vosotros», se marchó diciendo la sueca.

La Montañanesa primero, y después: Saica

Bien es cierto que el hedor que produce La Montañanesa es tal que sumerge al barrio de Montañana en un olor nauseabundo constante, haciendo que pasar por determinadas zonas de la zona suponga un auténtico castigo para el sentido del olfato. Pero ese problema parece que va a tornarse en pasajero, porque Greta Thunberg ha prometido hacerse cargo de este problema e intentará ponerle solución.

«A mí gente de Zaragoza le digo que no desespere», comentaba. «Todos me han expresado su malestar con ese olor y con otra empresa similar; Saica. Próximamente intentaré ponerse solución», apostillaba.

Greta Thunberg contra el mal olor en Zaragoza

Al grito de «¿Cómo se atreven?», Thunberg increpaba a los altos dirigentes de la Montañanesa por haber hecho sufrir durante tantos años a los vecinos de Montañana con este olor.

La insistencia de la gente de la capital maña porque ésta acabase contra la peste de Montañana fue tal que no le quedó otra que desviarse ligeramente de su camino para ver de qué se trataba, y la joven quedó tan traumatizada que aseguro que iba a luchar por ellos. «Ni la extinción de los linces, las guerras o los vertidos al océanos son tan importantes como la necesidad de acabar con este olor», exclamaba Greta Thunberg con los ojos llorosos.

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